En todos los manuales de Historia de la Psicología se suele situar el manifiesto fundacional deWatson, publicado en 1913, como el momento clave en el que la Psicología toma carta de naturaleza científica.Después de más de 70 años, es lícito preguntarse si ese manifiesto tiene plena validez epistemológica. Comorasgos que nos permiten situar el problema, hay que plantearse el sesgo pragmático que opera en la totalidadde las concepciones teóricas americanas de ese período; en segundo lugar, que Watson "necesitaba" encontraruna posición teórica que armonizase con un trabajo experimental desarrollado durante 12 años y, tercero, queen la búsqueda de esa teoría Watson oscila entre posiciones que van de un menor a un mayor mecanicismo(así habría que entender sus fluctuaciones entre la teoría de Pavlov y la de Schenov, por ejemplo). Lo que hemos de retener en este punto es el hecho de que Watson pretende descubrir un falso concepto (la categoríafilosófica de "conciencia") y de un falso problema (el "paralelismo psicofísico").
Las Ambigüedades del Manifiesto Conductista
Quiero insistir muy brevemente en algunos puntos. En primer lugar, la cita de Binet se inscribe en unalínea que puede ser perfectamente signada por Vigotski: recuperar la subjetividad desde su actividad, desde sus productos (y no es otra cosa lo que pretendemos nosotros incluso la trayectoria de lo que ocurre en otrasinvestigaciones: ¿quién iba a decir que en los actuales estudios estéticos lo que interesara fueran las poéticas Artísticas y no elucubraciones metafísicas?). En segundo lugar tampoco el problema reside en la objetividad: depende de lo que se entienda por "objetividad". Hay una afirmación "metafísica" que identifica lo objetivo con lo "natural": la Historia de las Ciencias muestra lo contrario, que hay que "construir" los hechos, que la"naturaleza" sólo contesta lo que se le pregunta (Canquilhem), que, antes del recurso a la experiencia) el científico construye en "su imaginación" (Galileo). No hay ningún "hecho" que no se dé en marcos de explicación y de interpretación; pero, por si todo ello fuera poco, los "hechos" en Ciencia se escriben en el discurso altamente formalizado de las relaciones y las funciones: ¿qué justifica esta re-inscripción, si no la legalidad misma de aquello que se quiere excluir, es decir, la legalidad de la razón?.
Es cierto que la crítica de Watson y la crítica a Watson abre nuevas vías de desarrollo a la psicología. Sin embargo, las formulaciones de Watson, en cuanto tales, cierran la psicología (otra cosa es si se abren nuevas posibilidades a la etología, cosa que ni discutimos ni nos interesa). En efecto, ¿qué es E?,¿qué es R?,"E" será, para Watson, o "estimulo" o "situación" y esta ambigüedad no va a demostrar otra cosa sino que, desde su específica opción ideológica, el conductismo desde el principio realiza sus preferencias, reduciendo al silencio todo lo que le estorba. Watson, además, abría la posibilidad de una doble consideración de los hechos: moleculares o molares (unos analíticos, los otros concebidos como conjuntos de ley de yuxtaposición). Desde Brunswich a nuestros días se han realizado una gran cantidad de discusiones sobre este punto: no vamos a insistir en este punto, porque mostramos el modo de ver el problema no es explicable desde las posiciones de una Teoría de los conjuntos, sino desde la temática dialéctico-estructural de las totalizaciones (y no, por lo tanto, desde las configuraciones de gestalten, aunque esta crítica nunca fue rechazada debidamente por el conductismo).
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